Desde el suelo, el huracán parece un viento violento y sin forma. Peor si pudiera verse desde lo alto, comprobaríamos que tiene una forma determinada, la de un remolino nubloso.
Los huracanes se forman en las aguas tropicales. Los que azotan la parte norte de América suelen formarse en el Océano Atlántico, por encima del ecuador, en verano y en otoño. Las capas de aire caliente y húmedas suben y se enfrían, formando nubes. La rotación de la Tierra hace que las nubes giren también.
En el Atlántico, los vientos arrastran la tormenta hacia el oeste y luego hacia el norte. A medida que avanza, aumenta su tamaño y su velocidad. Cuando los vientos alcanzan los 119 Km por hora, los meteorólogos llaman huracán a la tormenta. Comienzan entonces a transmitir las llamadas de advertencia. Los huracanes más fuertes pueden recorrer 800 Km. Su centro comprende una zona calmada y a veces despegada de nubes: el ojo del huracán. Alrededor del ojo, fuertes lluvias invaden la región.
¿Cómo se forma un huracán? |
Algunos huracanes mueren en el mar, otros rugen en tierra adentro, donde los vientos furiosos llegan a los 332 Km por hora. Derriban árboles y los cables eléctricos, arrancando los techos de las casas. En el mar levantan olas o mareas enormes. Estas olas, algunas del tamaño de un edificio de dos pisos, invaden arrasando la tierra firme. pueden arrastrar a personas, coches e incluso edificios.
Una vez que el huracán sopla en tierra firme, pierde su fuente de energía, el aire húmedo y caliente, y los vientos van perdiendo fuerza. Conforme el huracán se disuelve en fuertes lluvias, suele provocar tornados.